“DE LOS MALOS PERDEDORES DE LA CONTIENDA ELECTORAL”
Por: José Alejandro Ramírez.
Luego de la contienda electoral y analizando los discursos de cada uno de los candidatos, es notable la decepción de los colombianos al ver un evento como el cierre de campaña del candidato verde. Las actitudes observadas en el candidato, y aclamadas por sus seguidores, no se corresponden con los planteamientos esbozados ni por los fines que aquella masa electoral pretende alcanzar. La inconformidad de los ciudadanos con este cierre de campaña sería determinante en una nueva encuesta sobre la favorabilidad de los candidatos. Si bien la credibilidad de las encuestas se ha visto profundamente afectada, esta herramienta es de fundamental importancia en la medida de las preferencias electorales, y contrario a lo que dice la política nacional, las encuestas no han sido las grandes perdedoras de la contienda, rescatando por medio de este escrito ese honroso lugar al errante candidato verde.
Por: José Alejandro Ramírez.
Luego de la contienda electoral y analizando los discursos de cada uno de los candidatos, es notable la decepción de los colombianos al ver un evento como el cierre de campaña del candidato verde. Las actitudes observadas en el candidato, y aclamadas por sus seguidores, no se corresponden con los planteamientos esbozados ni por los fines que aquella masa electoral pretende alcanzar. La inconformidad de los ciudadanos con este cierre de campaña sería determinante en una nueva encuesta sobre la favorabilidad de los candidatos. Si bien la credibilidad de las encuestas se ha visto profundamente afectada, esta herramienta es de fundamental importancia en la medida de las preferencias electorales, y contrario a lo que dice la política nacional, las encuestas no han sido las grandes perdedoras de la contienda, rescatando por medio de este escrito ese honroso lugar al errante candidato verde.
Y digo que las encuestas no estaban equivocadas, porque su labor paró repentinamente, una semana antes de una apretada contienda electoral. Los últimos sondeos mostraban la tendencia de un tímido favoritismo por el candidato de la U, pero considerando que este venía de estar en un segundo lugar, a todos nos sorprendió la enorme diferencia. La falta de previsibilidad de esta gran diferencia no corresponde a un error de las firmas encuestadoras, es más bien el resultado de la pausa obligada de las encuestas, lo determinante de los debates televisados en el electorado y el esfuerzo de la campaña encabezada por el candidato Santos.
Fue para todos evidente que ante los resultados de las encuestas, algunos  candidatos, los mas temerosos de devolver el apoyo financiero público a su campaña, en la semana previa a la primera vuelta emprendieron una serie de críticas en contra del gobierno, inclusive sin importar que hubiesen sido parte del mismo, como un forma desesperada de cautivar tanto la masa electoral indecisa, como aquella que se le reconocía en las encuestas al candidato Mockus.
El candidato del partido de la U, Juan Manuel Santos, vio como sus tesis de campaña fueron agredidas de manera directa por todos los candidatos, en la semana previa a las elecciones, pero nadie caracterizó dichos ataques de “guerra sucia”, cuando en los tres últimos debates televisados (City, RCN y Caracol)  sus contendientes lo acusaron de representar la continuidad de un gobierno responsable de chuzadas, falsos positivos y corrupción. Santos aprovechó dicha oportunidad para resaltar y defender la labor y honorabilidad del presidente Uribe (quien definitivamente ha impreso su  huella en la conducción del país, elevando los estándares con los cuáles los ciudadanos calificamos a los dirigentes políticos) lo que aumentó definitivamente su caudal electoral, a la vez que el candidato Mockus, en la defensa de los yerros que frecuentemente comete y a los cuales nos tiene acostumbrados a los colombianos, le hizo una pausa a sus propuestas, enfatizando en la extraña necesidad del lápiz y el computador como elementos determinantes para acabar la corrupción.
La semana previa a las elecciones fue determinante para el electorado colombiano, erigiéndose los debates televisivos en una herramienta, que de la mano de las encuestas, sirvieron para medir el impacto de las posturas de los candidatos en el electorado. Acudimos los colombianos en ésta última semana, a un debate por el sistema tributario del país, en donde Santos demostró su conocimiento, experiencia, arraigo de economista y estratega, virtudes que de nuevo, aumentaron la confianza del electorado uribista.
Pero la actitud de “malos perdedores” sigue notándose en los derrotados de la definitiva primera vuelta. En el segundo lugar del escalafón de los “malos perdedores”, sobresale por su conducta la doctora Noemí Sanín. La pérdida electoral de ésta última, de la mano de una conducta inmadura, puede opacar incluso, para el infortunio del partido conservador, la pérdida electoral del candidato Mockus.
Sin embargo, debe reconocerse que la conducta que ha mostrado la doctora Noemí, es apenas consecuente con la campaña realizada por la dirigente política, habiendo dividido las huestes del partido que pretendió representar, desde el momento que, contrario al apoyo irrestricto que había mostrado el partido conservador al presidente Uribe, decidió criticar las políticas de la casa de Nariño en cabeza del ex-ministro y también precandidato Arias. Igualmente equivocada fue su conducta, mostrando un franco antipartidismo, al invitar a votar a los electores liberales en la consulta conservadora; ello terminó inflando una burbuja que, como vimos, estalló al momento de haber obtenido en primera vuelta, una votación menor que en la consulta del partido.
Como consecuencia de una contradicción como la que representó, se ve a una líder política desfigurada. La doctora Noemí Sanín se ha perdido el equilibrio que debe caracterizar al líder político. Esta última virtud debe ser recuperada por la política nacional, siendo fundamental en el direccionamiento de un electorado. Ya  hemos visto como el electorado castiga con su voto a los líderes políticos por su  falta de equilibrio. El partido conservador debe ser enfático en la depuración de dichas conductas en sus directivas, en el pronto retorno a un camino que le lleve a leer con mayor claridad el sentimiento de las bases electorales, las cuales, como se ha visto en la primera vuelta de la elección presidencial, han mostrado su apoyo incondicionado a las políticas impulsadas por el presidente Uribe.
Esperamos que la actividad política de líderes descompuestos y envueltos en improperios, pasen su carta de jubilación, y que aprendan a disfrutar, como lo dijera un gran analista político nacional, de un “buen dejo”.
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